Envíamos nuestras preguntas candidatos y candidatas a la diputación. Compartimos sus respuestas:
Kattya González – Candidata a diputada por el Departamento Central (Partido Encuentro Nacional)
-¿Qué opina del salario en el trabajo doméstico?
En primer lugar, para la Constitución Nacional todos somos iguales en dignidad y derechos (art. 46 y art. 47). Partiendo de eso, no puede existir una discriminación salarial hacia las trabajadoras domésticas por la condición del servicio que prestan. Tenemos que dignificar el trabajo doméstico, y que reciba la misma remuneración que otros trabajos.
En segundo lugar, las trabajadoras domésticas tienen familia y necesidades como cualquier otro trabajador. No entiendo por qué se establece el 60% del salario mínimo, es algo arbitrario.
¿Cuál es su propuesta de trabajo sobre este tema?
-Queremos trabajar con todos los sectores de la sociedad civil, hay muchas organizaciones que están luchando hace tiempo y tenemos que trabajar con todas.
También tenemos que cambiar la cultura, porque las leyes pueden cambiarse en un santiamén, pero si la cultura no cambia, esas leyes no se cumplen. Es más, hoy ni ese 60% se está cumpliendo. Si el MTESS hace un control van a saber que incluso en zonas “residenciales” muchas ni siquiera están inscriptas.
En mi formación como abogada siempre me aboqué al derecho laboral, tenemos que luchar, y luchar es reivindicar los derechos laborales. Hay que hacer un trabajo de concienciación y tocar la fibra íntima de la sociedad.
Gladys Fischer de Díaz, candidata a diputada por Capital por la Concertación Avancemos País.
-¿Qué opina del salario en el trabajo doméstico?
-La ley dice que las trabajadoras domésticas deben percibir el 60% del total que corresponde al salario mínimo. Esa ya es una injusticia. Porqué, cual es la razón para desmeritar el trabajo doméstico. El problema es más preocupante aún ya que es muy bajo el porcentaje de trabajadoras que perciben el salario estipulado. La mayoría trabajan sin contrato, al antojo y humor del empleador/a. Creo que no es un tema aislado, para mi tiene que ver directamente con la desvalorizacion del trabajo de la mujer; esto teniendo en cuenta que el trabajo doméstico realiza casi en su totalidad mujeres. La situación de explotación que viven muchas trabajadoras domésticas tiene relación con la necesidad, la falta de oportunidades, falta de formación, es decir aceptan porque es lo único que tiene y de la cual dependen, generalmente, toda la familia. Me he encontrado con mujeres que han dado su vida sirviendo a familias y luego en la vejez son abandonadas a su suerte, sin jubilación, sin ningún seguro social.
Mario Casartelli – Candidato a Diputado por Asunción – Asunción Por Vos
-¿Qué opina del salario en el trabajo doméstico?
Partamos del siguiente concepto: adjudicarle a la empleada doméstica sólo el 60% del sueldo mínimo legal establecido ya constituye de por sí una discriminación. Si bien contempla algunos derechos –aunque sin el control necesario para que sean cumplidos-, sigue siendo limitada. Entonces, es una ley que debe ser replanteada de inmediato por la sencilla razón de que es injusta. Injusta desde el punto de vista laboral, como también injusta desde el punto de vista de género. Y las leyes están para asentar justicia.
Sucede que en una sociedad machista como la nuestra se consideró siempre la limpieza y orden de la casa como algo exclusivo de la mujer. Y cuando hablo de orden me refiero no solo a la parte edilicia, sino también al de las ropas, de la cocina, al cuidado de los hijos, etc. De ahí los matrimonios donde todo el peso de esa labor recae casi siempre en la mujer. Ni qué decir de las empleadas domésticas y de las denominadas “criaditas” (esto último requiere también un análisis profundo que hasta hoy no se realiza en términos de Estado), donde la discriminación supura por todos los costados.
Entrando en la parte estrictamente laboral, me pregunto, ¿en qué se basan quienes sostienen esa aberración salarial? Evidentemente, consideran una labor inferior el trabajo doméstico, y eso es cuestionable desde donde se lo mire. Para no alargar, omito entrar en detalles sobre la cantidad extrema de horas de trabajo sin control alguno, sobre los maltratos y humillaciones cotidianas, sobre la inseguridad de empleo, etc.
Esta ley debe ser revisada de inmediato. Y toda empleada doméstica, como cualquier trabajadora o trabajador, debe recibir el mismo salario mínimo de todos, con los mismos derechos de todos, especificando: contratos legales, pagos de horas extras, días francos, vacaciones y jubilación. Repito, y con mayúsculas: JUBILACIÓN. Y también derecho a estudiar, a ser madres, como cualquier ciudadana en el marco de la Constitución. Y, por supuesto, derecho a sindicalización.
Ya estamos en los umbrales de la ley de Paridad, ley por la cual, de llegar yo al Parlamento, daré todo el impulso necesario para que se instale a plenitud. Y el sólo hecho de hablar de paridad ya conlleva los mismos derechos para todos y todas.