¿Qué opina acerca de que el salario mínimo de las trabajadoras domésticas deba ser el mismo que el que percibe el resto de los trabajadores? – preguntó el Observatorio de Igualdad y No Discriminación al candidato a vice – presidente de la República, Leo Rubín.
Trascribimos integramente su respuesta:
La discriminación hacia las trabajadoras domésticas y los trabajadores rurales es histórica e inconcebible en una sociedad democrática que dice respetar los Derechos Humanos. La Constitución habla de un salario digno que cubra las necesidades básicas. El régimen de las trabajadoras domésticas, al ser diferente al del resto, hace que no solamente no se valore su trabajo y el quehacer doméstico sino que condena a un amplio sector de la sociedad a la pobreza. El trabajo doméstico es la tercera fuente de trabajo para las mujeres en nuestro país y muchas de estas trabajadoras son migrantes rurales.
Con la Ley del 2015 ya tienen el mismo régimen de vacaciones y aguinaldo pero persiste la discriminación laboral al percibir el 60% del mínimo. Esta discriminación debe ser erradicada de la legislación nacional. Me comentaban que cuando se debatió la ley, algunos objetaban que aquellas familias que ganan el mínimo no podrían contratar servicio doméstico y por ende no tendrían dónde dejar a sus hijos. Creo que la sociedad debe repartir las tareas domésticas. El que gane sueldo mínimo y no pueda contratar una trabajadora que no la contrate o la contrate por menos tiempo. La ley establece también que debe haber guarderías públicas para que las maestras y funcionarias puedan dejar allí sus hijos. Cualquier empresa con más de 50 funcionarios debe tener guarderías.
En síntesis, las trabajadoras domésticas deberían ganar el salario mínimo, pues es esa cantidad la mínima que debe ganar todo trabajador como establece la ley.
No puede haber una discriminación negativa en contra de la mujer y menos aún de la que realiza una tarea a la que no se le da el valor que tiene realmente.
Además, deberían estar aseguradas por el Instituto de Previsión Social, como exige la ley.
El salario mínimo debería ser el piso y la mujer que hace tareas domésticas debería poder ganar también más del mínimo según su calificación y antigüedad, según negociación con quien la contrate y convenio de trabajo.